¿Innovar solo para pocos?
Rompamos paradigmas. Sólo el 2% es un Steve Job nato, sin embargo todo el mundo puede ser creativo e innovador. ¿Cómo? Entrenando. ¿O acaso si queremos correr una maratón no nos preparamos antes? Innovar y ser creativos requiere esfuerzos y este caso no es la excepción.
El biólogo molecular Estanislao Bachrach en su libro “Ágilmente” nos comenta, que al cerebro no le gusta gastar energía y cambiar nuestros patrones de pensamiento y modificar el status quo lo requiere. En línea con esta afirmación, encuestas realizadas a personas operadas a corazón abierto demostraron que sólo el 10% de los intervenidos lograba modificar sus hábitos (dejar de fumar, no consumir alcohol o mantener una dieta sana) incluso ante riesgo de muerte. Sin lugar a dudas, cambiar es muy difícil.
Pero para ser innovador y creativo no basta con salir de la zona de confort. Debemos también considerar algunos lineamientos que podrán ayudarnos en este camino:
• Construir equipos de trabajo multidisciplinarios: al momento de encarar proyectos y desafíos, armar equipos multidisciplinario que nos permitirá tener distintos puntos de vistas al problema.
• Realizar ejercicios de pensamiento lateral para pre-calentar: como todo entrenamiento exige precalentar. Por ello, deberemos hacer previamente al menos tres o cuatro ejercicios que activen las zonas del cerebro que luego necesitaremos para pensar creativamente
• Escuchar música para el desarrollo cognitivo: está desmitificado que escuchar música clásica nos hace más inteligente. El secreto es escuchar nuestra música preferida, capaz de generar endorfinas que favorezcan una mejor conectividad neuronal.
• Trabajar con el pensamiento divergente y luego pasar al convergente: desde el inicio de nuestra etapa escolar nos enseñan a pensar convergentemente, es decir buscar una solución al problema utilizando el juicio y la clasificación. Por el contrario, pensar divergentemente es centrarse en el problema desde múltiples perspectivas, basándonos en la flexibilidad y la fluidez, sin analizar en esta etapa si es viable o no la solución.
• Divertirse: disfrutar de buenos momentos permite bajar los inhibidores y pensar más libremente los desafíos. Asimismo, divertirse alimenta la confianza en uno mismo, punto muy importante en la innovación.
• Tomar agua antes de ponerse a pensar: debemos tomar un sorbo de agua para que las conexiones en el cerebro se fortalezcan. No es lo mismo tomar té o gaseosa, ya que el cerebro lo recibe como comida.
• Realizar un corte de tareas cada hora y media para oxigenar el cerebro: este descanso nos hace más eficientes en nuestra tarea. La productividad decae con el pasar de las horas frente al computador si no realizamos esta práctica.
Puedo afirmar por experiencia propia que todos podemos ser creativos. Sólo tenemos que cambiar. Si estamos dispuestos a transitar zonas de incomodidad, bienvenidos a este fantástico mundo donde la recompensa es hacer cosas distintas, innovadoras.
Acaso, ¿no es el miedo al fracaso lo que nos hace no abandonar la zona de confort? Preferimos la seguridad antes que afrontar el riesgo de perseguir lo que de verdad nos hace sentir plenos, alegres, felices pero sobre todo al estar en un contexto donde el cambio es exponencial ya no nos alcanza con la experiencia debemos crear, ser diferentes, vivir en modo Beta.
Equivocarse está bien para aprender.
Fallar no está en no alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto, fallar reside en no intentarlo. Renunciar a luchar, escondernos de la vida, aceptar nuestro miedo como una barrera insalvable que nos hace ver como imposible aquello que tal vez podríamos lograr si nos atreviésemos por una vez a soltar amarras y navegar sin ver la costa, eso es el verdadero fracaso.
Si pensamos cuáles son los momentos de nuestra historia que recordamos con mayor intensidad, ¿no son aquellos en los que olvidamos el miedo y decidimos luchar por lo que sentíamos era nuestro camino, nuestro sueño, nuestra esencia? El escritor inglés H.G. Wells se pregunta "¿Por qué temer los cambios? Toda la vida es un cambio” y no es necesario esperar a que el mundo que nos rodea nos fuerce a ello. Como escribía Honoré de Balçac "Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia".
Eduardo Galeano nos dice al respecto: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Si sientes que no estás llegando a tus objetivos intenta mirar al cielo como el video que te compartí, no te resignes, abandona tu refugio, acepta el peligro de la incertidumbre, la inseguridad y podrás encontrar soluciones.
Si no puedes correr, camina.
Si no puedes caminar, usa bastón.
Pero nunca te detengas a seguir creciendo como profesional”.
Después de todo, cuando las metas son cada vez más altas, las fórmulas tradicionales se agotan. Si lo puedes soñar lo puedes hacer.
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