La brecha laboral mundial (el número estimado de personas que quieren trabajar pero no tienen empleo) alcanzó los 402 millones en 2024, lo cual incluye a 186 millones de personas desempleadas, 137 millones que no están disponibles temporalmente para trabajar y 79 millones de trabajadores desanimados que han dejado de buscar trabajo.

Según el informe recién publicado Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2025, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), si bien la brecha se ha ido reduciendo gradualmente desde la pandemia, se espera que se estabilice en los próximos dos años.

El estudio señala desafíos como las tensiones geopolíticas, los crecientes costos del cambio climático y los problemas de deuda no resueltos, que están presionando a los mercados laborales.

Si bien la inflación ha disminuido, sigue siendo alta y reduce el valor de los salarios, motivo por el cual los salarios reales solo han aumentado en algunas economías avanzadas y la mayoría de los países aún se están recuperando de los efectos de la pandemia y la inflación.

La organización, a través de este reporte, alerta sobre la disminución en la participación de los jóvenes en la fuerza laboral de los países con bajos ingresos, mientras que han aumentado en los de altos ingresos, principalmente entre los trabajadores de mayor edad y las mujeres.

Sin embargo, las brechas de género siguen siendo amplias, ya que hay menos mujeres en la fuerza laboral, lo que limita el progreso en los niveles de vida. Entre los hombres jóvenes, la participación ha disminuido drásticamente, y muchos de ellos no estudian, ni trabajan ni reciben capacitación (NEET).

Esta tendencia es especialmente pronunciada en los países de bajos ingresos, donde las tasas de NEET entre los hombres jóvenes han aumentado casi 4 puntos porcentuales por encima del promedio histórico anterior a la pandemia, lo que los deja vulnerables a los desafíos económicos.

El informe formula algunas recomendaciones para abordar los desafíos actuales:

• Aumentar la productividad: invertir en capacitación profesional, educación e infraestructura para apoyar el crecimiento económico y la creación de empleo.
• Ampliar la protección social: proporcionar un mejor acceso a la seguridad social y condiciones de trabajo seguras para reducir la desigualdad.
• Utilizar eficazmente los fondos privados: los países de bajos ingresos pueden aprovechar las remesas y los fondos de la diáspora para apoyar el desarrollo local.

El Director General de la OIT, Gilbert F. Houngbo, destacó la urgente necesidad de actuar. “El trabajo decente y el empleo productivo son esenciales para lograr la justicia social y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para evitar que se agrave la ya debilitada cohesión social, se intensifiquen los impactos climáticos y aumente la deuda, debemos actuar ahora para abordar los desafíos del mercado laboral y crear un futuro más justo y sostenible”.

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